domingo, 30 de septiembre de 2012

Donde cruzan los brujos 2.

Respiración 2:
 

Me pidió que me sentara con la espalda recta y los ojos ligeramente bizcos, de manera que me estuviese viendo la punta de la nariz.
Esta respiración debe realizarse sin las constricciones de la ropa -comenzó-. Pero en lugar de
hacer que te desnudes en el patio a plena luz del día, haremos una excepción. Primero inhalas
profundamente, haciendo de cuenta que estás respirando por la vagina. Mete el estómago y ve
subiendo el aire por la columna, pasando los riñones, hasta un punto entre los omóplatos. Sostén el aire ahí por un momento, luego súbelo aún más hasta la parte de atrás de la cabeza y pásalo por encima de ella, hasta un punto entre las cejas.
Dijo que, después de sostenerlo ahí por un momento, debía exhalar por la nariz mientras
mentalmente guiara el aire hacia abajo por el frente de mi cuerpo, primero hasta un punto justo
debajo del ombligo y luego a mi vagina, donde había comenzado el ciclo.

Me puse a practicar el ejercicio de respiración.

Clara llevó la mano a la base de mi columna y de ahí trazó una línea que subía por mi espalda y
pasaba por encima de mi cabeza, hasta apretar suavemente el punto entre mis cejas.
-Trata de llevar el aire hasta aquí -indicó-. La razón por la que debes mantener los ojos medio
abiertos es para concentrarte en el caballete de la nariz al hacer circular el aire hacia arriba por la espalda y por encima de la cabeza hasta este punto; y también para usar la mirada a fin de guiar el aire hacia abajo por el frente de tu cuerpo, devolviéndolo a tus órganos sexuales.

Clara explicó que hacer circular la respiración en tal forma crea un escudo impenetrable que impide la penetración de influencias perturbadoras externas en el campo de energía del cuerpo; también evita que la vital energía interna se disperse hacia el exterior. Subrayó que la inhalación y la exhalación deben ser inaudibles y que el ejercicio de respiración puede realizarse en pie, sentado oacostado, aunque al principio es más fácil de ejecutar sentado sobre un cojín o una silla.

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